16 de febrero de 2012

ISLA NEGRA

Cuando escribió "20 poemas de amor y ...

Anoche me despedí de Temuco y tome el bus hacia Isla Negra haciendo trasbordo en Santiago con un total de 811 Km. Se acerca el momento de cumplir un sueño. El bus salio con 20’ de retraso, cosa poco frecuente ya que las salidas suelen ser puntuales.


A las 7:15 h arribamos a la terminal de Santiago, vuelve a repetirse las escenas habituales de las terminales de ómnibus, tropecientas mil personas deambulando, la mayoría con prisas y la mitad preguntándole a la otra mitad, la localización de su bus. Busco la “casilla” de las empresas que van hacia la costa, ya no busco la mas barata o la más cómoda, me decido por la 1ª que encuentro y adquiero el “boleto”. Tiene salida a las 8h., salgo a las plataformas para localizar de cuál sale para ir después al baño. ¿de aquí sale el bus que parte a las 8h y va a Isla Negra?, le pregunto a un conductor que lleva en su blanca camisa el anagrama de la empresa. Mira el boleto que le muestro y me dice muy decidido: “Sí, pero móntese en este que partimos de inmediato”, es para las 8h. le digo. “Ya, pero tenemos asientos libres y salimos de inmediato”. Con cierta duda subo y antes de sentarme ya esta el vehiculo en marcha. La visita al baño se posterga. El trayecto dura cerca de 2 horas. Para salir de Santiago pasamos por una vía elevada sobre la “panamericana”. La Panamericana es una carretera que va desde el sur de Chile, allá en la Patagonia, hasta Alaska… puede tener … miles de kilómetros. El ayudante del conductor me informa que en el sur han puesto unos transbordadores que une varias islas ya casi en la Antártida, es decir, que se puede hacer el viaje desde el Polo Norte al Polo Sur sin bajarte del auto.


Durante el trayecto se ven plantaciones de frutales en espalderas y algunas viñas. Ya en la costa va parando por diferentes pueblos, San Antonio. Las Cruces, El Tabo,… estos pueblos tienen las viviendas diseminadas, no se observan núcleos concentrados y abundan los letreros de “se arrienda cabañas” …  a las 9:15h llegamos a Isla Negra, y nos encontramos con las incongruencias de la vida. Resulta que no es una “isla”, es un paraje costero, a orillas del Pacífico que originalmente se llamaba “Las Gaviotas”, aves que tampoco abundan mucho por estos lugares, y Neruda lo rebautizo a su regreso de Europa (¿Madrid?) en 1937. Han sido más de 9 horas, prácticamente seguidas, montado en bus, soy el único pasajero que desciende... y me encuentro en una carretera con negocios a ambos bordes: librerías,  restaurantes, souvenirs, “botillerias”, “amasanderías”, locutorios, supermercados, … y todos cerrados¡¡¡ ¿hoy lunes es fiesta local? me pregunto. El día está nublado y algo fresco. Hay poca gente…  al tercer intento ya me informan de una señora que alquila cabañas… está en el mismo borde de la carretera.

La vivienda tiene un patio central lleno de macetas, tanto en el suelo como colgadas de paredes y alambres que bajan de un techo acristalado-plastificado. Hay una escalera que sube a unos apartamentos y varios “pasillos” que dan a más cabañas. Mí cabaña se queda entre estos 2 pasillos y a este patio da un coqueto, rancio y modesto comedor. La cabaña aún no está desalojada y tengo que esperar, le pido un desayuno y la señora me prepara un café con leche y un bocadillo de pollo cocido y troceado. Reina un absoluto silencio y en la espera hago amistad con “Tigre”, un joven gato con pelo corto y rubio que me va acompañar en el desayuno. Es tan moscón como mí Chispa y cuando la señora trae el desayuno… rápidamente se encarama a mis muslos.


Desde la ventana de comedor veo a los inquilinos de la cabaña que salen con sus bolsas y liquidan la cuenta con la señora, es una pareja joven. Termino el desayuno compartido con Tigre y me voy a dar una vuelta mientras preparan el alojamiento. Ya la carretera esta más animada, los comercios van abriendo y hay más circulación de vehículos, continúa nublado, tomo un camino de tierra que va dirección a la playa y ya se comienza a ver murales con alegoría a Pablo Neruda. En un ensanche del camino, un señor esta montando su tenderete con souvenirs de versos de Neruda escritos en trozos de madera y piedras, resulta que su madre era de La Rioja y su padre alemán, me dice sus apellidos y me quedo con “González” pues el apellido paterno es impronunciable. ¿Dónde se encuentra la casa de Neruda? Le pregunto. “La tiene a sus espaldas”, me dice con cierta socarronería. Me giro y observo una alta empalizada de madera con unas pequeñas aberturas que se utilizan como “miradores” hacia el interior. “Hoy lunes esta cerrada, pero puede seguir bajando hacia la playa y desde allí la podrá observa mejor” termina informándome.

Continúo por el camino polvoriento y se llega a un paraje que me recuerda a las rías gallegas. Son grandes rocas donde el mar bate sus aguas, me encuentro mirando por primera vez el Océano Pacífico, son aguas verdosas que una vez y otra, y otra y otra… chocan contra las rocas donde unas grandes y negras algas son mecidas por la aguas. Estas algas se llaman “cochayuyos” o “cochachullos” y en la zona las utilizan para preparar platos de comida. El día continúa nublado. En la cima de una gran piedra hay un busto de Neruda tallado en piedra, es inconfundible con su gorra y mirando al mar, a su espalda se ve la casa… bueno, es un recinto cerrado por una empalizada y tiene varias edificaciones, con grandes ventanales, salteadas entre jardines y grandes pinos, destacan una colección de campanas y un túmulo de piedras que más tarde me dicen que es donde está enterrado Neruda y su esposa Matilde y pasa desapercibida una pequeña cabaña de madera donde el escritor trabajaba. El sol se va abriendo paso tímidamente y los forasteros van en aumento. Hay gente que se tiran un buen rato observando el batir de las olas.

Cochayuyos

Vuelvo a desandar el camino recorrido y ya van bajando familias con sombrillas y los aparejos para pasar el día en la playa adyacente. Ya la carretera es un hervidero de gente, todos los comercios abiertos y se mezclan los abundantes forasteros con las pocas personas autóctonas; Isla Negra y sus pueblos cercanos, son lugares eminentemente turísticos y en estos meses de verano la población aumenta considerablemente.

La cabaña ya está lista y bien aireada, una nena montada en una bicicleta de 4 ruedas da vueltas y vueltas al pequeño patio sorteando las macetas. Deshago un poco la maleta, me doy una reconfortante ducha y prefiero la siesta a tener que volver a vestirme y buscar donde almorzar.


Me levanto como a las 6 de la tarde, tengo hambre y frío, me pongo a ordenar las fotos y los videos tomados esta mañana. Sigo con hambre y frío, la cabaña es pequeña y con cierta humedad, más que cabaña es una habitación con dos paredes de obra y las otras dos de madera, con una ventana al patio y otra a uno de los  pasillos. Comienzo a escribir esta entrega, continuo con hambre y frío, ya me decido a salir y la tarde sigue nublada y fresca… y es cuando me encuentro con la señora y le pido un café con leche y unos huevos revueltos, y ella le añade pan recién tostado y un buen trozo de mantequilla. Me traslado con los aparejos de “reportero” al comedor y una vez repuesto las necesidades básicas pero continuo con frío, 2 camisetas me he colocado las dos de manga corta. El tiempo en la Costa Central de Chile es imprevisible, aunque estamos en verano hay días con lluvia y fríos, es un frío húmedo que me hace recordar la ropa de abrigo que deje en la maleta en el hotel de Santiago. Retomo la identificación y clasificación de las fotos y videos ya que la conexión wifi falla. Llevo 2 días sin poder conectarme.


Enrique Segura
Enrique de niño junto a Neruda

Ayer martes decidí visitar la “casa” de Isla Negra, pues tiene 2 casas más. La Chascona en Santiago y La Sebastiana en Valparaíso. He llegado a las 10, hora en que se abre la casa-museo y ya hay decenas de personas esperando. Funcionan con cita previa para ver los interiores, siendo libre el circular por los miradores y zonas comunes. Me dan para el turno de las 13:30h. y mientras llega mí hora recorro todo lo que se puede y hago una reserva en el restaurante-mirador para las 15h  con expreso deseo de tomar el “Congrio a la Española” subtitulado “Congrio García Lorca”. Parece que Neruda tenía una predilección por este pez ya que se repite por todos los rincones de este recinto, unas veces pintado, otras veces en escultura tanto de metal como de madera, ya como veleta coronando un edificio, ya como sello en los folletos.
Se repite siempre igual, el perfil del pez rodeado por 2 círculos y sobresaliendo del circulo exterior las letras N E R U DA que según Enrique Segura Salazar, que es toda una institución viviente de esta casa, significa  “NosotrosEstamosRodeadosUnicamenteDeAgua”. Este anagrama del pez lo utilizaba Neruda como sello de lacre en la firma de sus escritos.



Diferentes Congrios

Es el día comercial de los enamorados. No, no estoy enamorado y menos de Neruda, de Miguel Hernández ni siquiera de Lorca. Solamente me gustan sus obras literarias, y por caprichos del destino ha coincidido en este día mí visita a Isla negra. En el restaurante hay parejas de enamorados que entre bocado y bocado se brindan un tierno beso. Que envidia sana me da.
En mí vida ha habido amores de todo tipo, bueno sin llegar a ser amores turbulentos ni tremendamente pasionales, pero ninguno ha llegado a cuajar en una relación duradera. Siempre han sido amores imposibles, unas veces por la diferencia de edad, otras por el sentido de responsabilidad para crear una familia, otras por llegar tarde y estar ya “pilladas”, y otras por tener la duda si seria capaz de corresponderle. Que triste es tener que decir estas cosas estando lejos. ¿Será por los momentos de soledad?, o por los efectos de la botella de Chardonnay que estoy apurando hasta su última gota?. Todo esto me pregunto mientras observo desde el mirador del restaurante a parejas y a familias con sus hijos jugando y recorriendo las rocas bajo la influencia del chileno más universal y poético, ya que solo escribió en prosa su biografía titulada: “Confieso que he vivido”. Sí, sorbo a sorbo he ido consumiendo la botella de Viña Sutil del tipo “Chardonnay”, acompañando al suculento plato marinero que he devorado y a falta de un arroz con leche, natillas o flan, me conformo con un tiramisú casero para tomar la ración diaria de dulce.


La melodiosa voz de Nacho Cerda, que con su guitarra recorre la costa, me ha acompañado durante el almuerzo con el clásico “te recuerdo Amanda” de Víctor Jara. Nacho es maestro en el pueblo cercano de San Antonio y también le entusiasma la aleluya de Lorca.


Nacho Cerda

Aquí me estáis leyendo desde mis queridos familiares, pasando por amigos y amigas intimas, conocidos, amistades recientes y hasta desconocidos. Bajo la atenta mirada pétrea del poeta no me canso de mirar  estas olas del Pacífico Sur, que siguen batiendo las rocas costeras, estamos a finales del verano austral pero nadie anda en bañador, simplemente caminan entre las rocas o se encaraman en alguna de ellas para observar desde su atalaya  particular a este mar bravío que no cesa. De vez en cuando miran hacia la casa o hacia el busto del bonachón de Neruda, como dándole las gracias por haberles descubierto este paraje tan encantador o como pidiéndole permiso para compartirlo en su grata compañía.

Me llama la atención las pocas gaviotas que hay en los alrededores, casi en la lejanía se observan pequeñas agrupaciones de aves marinas surcando el mar. Como corderitos siguen a su lider..¿por donde andará Juan Salvador Gaviota?


Sí, he consumido yo solito una botella de 750 cc del vino conocido como de Gabriela Mistral, me aclara el camarero. No recuerdo hecho igual. En el zurrón de la memoria tengo las botellas consumidas en Cástaras o en los viajes a Timar, cuando recibía la visita de amistades y pasábamos ratos agradables junto a la chimenea.  Desde entonces digo que el buen vino lo hace el momento. Ya sea un gran reserva o un vino peleón, lo importante es el momento… la compañía compartida, lo que lo hace inolvidable y sabroso. Total, han sido 20.100 pesos chilenos, unos 32 euros, que se cancelan con la visa, con más gloria que pena.

En la lejanía presente ¿otra contradicción?, el oleaje sigue batiendo incansablemente sus blanca espuma sobre las rocas. En Brasil decían que cuando una mariposa de la Amazonía bate sus alas, una ola llega a las costas de Europa. Algún día tendré que ir a Iria Flavia para recordar a otro ilustre y malafolla literato.

Y la visita a la casa?, ¿Cómo es?, eso es otro mundo, es… un viaje al subconsciente del poeta, es… será materia para otra entrega, o igual queda almacenada en el baúl de los recuerdos. La siesta en mi cabaña, húmeda, fría y solitaria me espera.

Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

Besos para ellas, abrazos para ellos, Antonio